jueves, 7 de agosto de 2014

SANACION DE GAIA



Hace ya meses escribí una oración que me acompañó y ayudó a enraizarme. Os la comparto por si en algún momento, a alguno de vosotros os llama. Me ayudó a empezar a trabajar con los elementos, a conectar con ellos. A sentirme hija de algo más grande. De algo que escapaba a mi razón.

Espero que os ayude tanto como  a mi.

Invoco a mi Palabra Creadora,  a lo que Es ya en Mi, y a los elementos para así ayudarme, en Unión,  a la sanación de Gaia.
La Tierra aparece con su oscuridad, con la promesa de la semilla, del germen de la Energía Cristica, que ya florece a nuestro alrededor. Su aroma a profundidad me recuerda mi unión al mundo subterráneo, y en su nombre llevo Luz a donde sea necesario iluminar. Tu Tierra, sabes. Posees ese conocimiento.
El Agua y su inmensa Alegría aparecen ante Mi, y una sonrisa nos une. Es hermoso su canto, su juego, el poder de no dejar de fluir. Nos limpia. Incluso si se la estanca, se puede seguir escuchando su risa. Que esa Agua nutra donde todo esté seco, donde parezca que el Amor y la Vida ya no estén. Que todo se empape de esa Alegría,  para así ablandar hasta la más dura roca, o, simplemente, hacerla brillar.
Y un resplandor me ciega y aparece el inmenso calor del Fuego. Que arda la llama del Amor. Que su poder transmutador se alce frente hasta lo más innombrable. Que nada parezca infranqueable. Que su poder haga renacer a la nueva Gaia. Que la mantenga, aunque el frío y la oscuridad,  parezcan tan densos que congelen el Alma. Esa chispa es inmortal,  esa chispa siempre brilla.
Y, todos tus pesares amada Madre, serán barridos por el Aire. Es su turno. Que toda densidad sea devuelta a la Fuente. Que toda densidad se alce hasta resonar con los Angeles. Amigo Aire, acaricia con suave brisa,  o desola con el mayor de tus huracanes. Sabes que hay que hacer. Pero permitenos mantener ese centro, esa guía para no perdernos, aunque todo gire y gire a nuestro alrededor.
Y a ti mi amado Eter, que podría decirte. Sólo permitiré a mi corazón vibrar junto al corazón de quien nos sostiene, para pedirte, con toda humildad, que nunca dejes de nutrirnos con esa Luz Divina, nuestro verdadero alimento.
Soy consciente de mi unión con la Naturaleza y sus Guías. Soy consciente de mi Poder Creador. Soy consciente de vidas ya vividas. En nombre de ese Recuerdo,  y en nombre de la presencia Yo Soy en Mi, santificamos, sanamos y equilibramos a nuestra Madre Tierra. A las memorias más ancestrales de nuestro paso sobre Ella. A todo animal, vegetal o mineral. A todo lo que Ella contiene. Lo hecho, hecho está.
Que así sea, así es y así será.



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