viernes, 1 de agosto de 2014

FROZEN




Igual os sorprende que se me ocurra hablaros de una película de dibujos, pero ésta se convirtió en mi gran apoyo, en mi auténtico bastón dutante los últimos meses. Fue mi punto de inflexión.
Tengo dos sobrinitas que son parte de mi alegría. Podría decirse que me dan vida. Se enamoraron de la película,  cada una con su particular visión de ese amor. La mayor con el baile, con Frozen en no sé que cantidad de idiomas. La pequeña siendo una princesa, una reina. Y un bendito día me llegó un video de las dos cantando "libre soy".
Yo no conocía esta película, pero esa canción provocó que algo se pusiera en marcha en mi interior y se convirtió en mi mantra.
Un mantra, de una forma simplista, es la repetición de un sonido para aquietar la mente. Si estás en un momento delicado de tu vida, en un proceso de sanación difícil, pero para nada imposible,  el diálogo interno torturante se convierte en tu peor pesadilla. Esa voz no calla, parece no precisar descanso, es automática......dónde está el off? Daría lo que fuera por ese botoncito!!!!!!
Así que sustituí todo mi miedo, mis pensamientos de incapacidad, mis quejas y toda mi desesperanza, por "libre soy" y "suéltalo". Cantando sin parar, para mi dolor y en voz en grito. Día tras día.
Y como llegó el cumpleaños de la más pequerrecha,  le regalé la peli. No pude esperar a dársela y la vi dos veces seguidas. Fue parte de mi sanación.
Hay muchos cuentos tradicionales que guardan un secreto en su interior,  ya que esconden caminos iniciaticos para aquellos que se molesten en ver más allá. Yo conozco algunos porque me los compartieron, pero Frozen,  que está basado en La Reina de las Nieves de Andersen, no era uno de ellos. Así que voy a contaros cómo lo vivi yo.





Lo primero que me impactó fue: el corazón no se puede cambiar, la mente si.
Cuando hablamos de nosotros mismos,  para decir yo, nos llevamos la mano al pecho, no a la cabeza. Y es que, inconscientemente, sabemos que nuestro yo esencial, quien realmente somos, está en nuestros corazones. Pero ese yo lo asfixiamos con todos esos yoes, a los que les damos vida, para adaptarnos a las circunstancias,  para encajar y ser aceptados. La herida del rechazo y del abandono es de las más profundas.
Aislamiento y soledad, no dejes que sepan de ti, que no entren, no has de sentir, no han de saber.....
Qué sentís al leer esas palabras? Tanto miedo tenemos de mostrarnos tal y como somos? No soportamos que nos juzguen?  Importa más lo que los demás piensen de nosotros , que  aquello que somos?
Yo sentí a esas dos hermanas como parte de una misma moneda. Como nuestra luz y nuestra sombra. Pero hay que aceptar, y sobre todo amar, todo aquello que nos parece "feo" y "oscuro" y " terrible" de nosotros mismos. Es fácil amar lo divino.....pero hay que saber amar hasta en el castigo.





Cuando nos permitimos mostrarnos como somos, se produce la liberacion de Elsa. Quien realmente era ya se supo.
No regresaré, el pasado ya pasó,  a mi el frío nunca me molestó,  el temor no me va a hacer volver, sobrepasar mis límites,  sin reglas, libre soy, subiré con el amanecer, déjalo escapar,  no volveré a llorar, aquí estoy y aquí estaré.
Y ahora, qué sentís ante éstas otras? Ana, la luz de Elsa, en un acto de amor verdadero por si misma, da su vida por Elsa. Se funden en un abrazo infinito y la vida resurge.
Nuesta sombra, y sobre todo aquello que nos da miedo, no está ahí para que suframos, si no que nos ayuda a avanzar. A ser cada vez mejores.  A recuperar nuestro lugar, nuestra divinidad,  nuestro gozo de vivir. Convirtamonos en seres completos. Tengamos el coraje de hacerlo y seremos capaces de patinar sobre hielo en pleno verano.
Yo soy quien yo soy.

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