sábado, 6 de septiembre de 2014

MI HOGAR




Me encuentro en casa, bajo un cielo estrellado mirando al infinito, creyéndome que todo puede cumplirse. Las estrellas adornan un cielo tan grandioso que me sobrecoge que pueda estar encima mío. Son puntos de luz que iluminan mi corazón con esperanza, y una confianza en la vida que llena todo mi ser de que todo lo que pueda soñar es posible. Las dudas muchas veces me arrastran a un lugar, no tanto de sufrimiento, pero si de incertidumbre. Una incertidumbre que mi mente malinterpreta, pues la ve como algo negativo. Algo que me asusta, algo que me lleva a no poder. Pero si escucho a mi corazón todo es posible. Gracias a la incertidumbre la vida se renueva a cada instante, la vida puede sorprenderte, así ser una aventura, y tú una aventurera.
A mi paraíso se ha unido el dulce sonido del agua. Todos los elementos me acompañan esta noche. En este momento de comunión. El agua que da vida, el cielo estrellado que me cubre, una suave brisa que refresca mi cuerpo. Tras un hermoso día de sol, su fuego es suavizado.
Y que mejor escenario que un jardín, que estar al aire libre, escuchando los sonidos de la noche, en completa armonía con los sonidos creados por el hombre. Siento la grandeza de la paz. La grandeza de la Tierra y del Cielo, y nada temo.
Es una noche de verano tardío, una estación que precede al otoño. Dentro de pocos días gozaremos del equinocio de otoño, un momento mágico que nos abrirá las puertas a un nuevo invierno. Recogeremos los frutos de nuestro vivir cada día, para que nos acompañe mientras el invierno prepara nuevos caminos y nuevas ilusiones para la primavera.
La luna, una luna casi llena, guía esta fiesta nocturna. La hermosa luna permite que yo escriba estas palabras, que surgen del amor y de la gratitud que siento. De la felicidad de estar aquí y ahora, de compartir este momento de unión con todo lo que hay fuera de mi. Una comunión con todo lo que hay dentro de mi. Y ves que es lo mismo. Este cuerpo representa la oportunidad de unir ambos mundos, ambos universos.
El cielo estrellado se adorna con pequeñas nubes que crean, por si mismas, la más hermosa de las pinturas. Todo en perfecta armonía y el regalo de un arco iris nocturno. Las nubes crean color alrededor del brillo lunar. Todo mágico.
Soy bendita por gozar de momentos como este, y espero recordarlo cuando la desesperación me arrastre nuevamente a su mundo.
Amo tanto el poder respirar este aire. Es sagrado, me hace reforzar todo aquello en lo que creo. La magia no es ilusión, pues me rodea por todas partes. No podría imaginar paraíso mejor que donde me encuentro, y solicito que este sentimiento permanezca conmigo, que no me abandone, que no lo eche de mi lado. No hay mejor don que sentir que uno está donde tiene que estar. No como un deber, si no como un profundo gozo por tu vida. Muchas veces, si le prestas atención, te regala momentos únicos, de profunda conexión con aquello que somos y que no terminamos por creer.
En este entorno de profunda belleza, en el que Gaia me acompaña, bañada por la luna, mecida por la suave brisa, escuchando el silencio de la noche y el murmullo del agua, sólo puedo amar. No puedo pedir mayor dicha.
Gracias agua, gracias tierra, gracias aire, gracias fuego, y gracias éter por mostrarte, aunque sea de vez en cuando, para darme fuerzas y así continuar este bello camino.
Que todo el amor y la gratitud, que siento en este momento, cubra a toda la humanidad para bendecirla y sanarla, pues no hay mayor medicina que esta paz y amor incondicional.
NAMASTE.

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