domingo, 21 de septiembre de 2014

HASTA EL PROXIMO ENCUENTRO




Despedimos al verano con todo nuestro agradecimiento,  pues nos hizo disfrutar, nos calentó, nos ayudó a volver a jugar. Nos permitió permitirnos. A ser un poquito más libres que durante nuestro día a día,  pues gracias a eso que llamamos vacaciones,  nuestras obligaciones aflojaron.
Nos calentó por dentro y por fuera. El sol nos acompañó con todo su esplendor y nos dio vida. El olor era distinto. Olor a tierra seca, olor a mar, olor a calor. El verano es la estación del disfrute, de la vida plena. De esa vida que, una y otra vez, surge con la primavera.
Los equinocios y solsticios son momentos energéticos especiales. El Universo abre sus puertas para acercarse  a nosotros,  y nosotros también, inconscientemente, creamos la vibración necesaria para eso ocurra. Todos,  tanto arriba como abajo, nos encontramos para dar paso a una nueva, y repetida, etapa. Todo es cíclico. Todo está armoniosamente sincronizado.
Meditad sobre las estaciones y lo sentiréis. Pero sintamoslo con el corazón, no con la mente. Nos hemos acostumbrado  a que las estaciones discurran, una tras otra, pero no nos hemos molestado en escuchar su mensaje.
Por mucho caos que exista en nuestras vidas; por mucha crisis que veamos por el mundo, el invierno llega y el verano nos calienta. Pase lo que pase en nuestros pequeños mundos, la fuerza de la Vida, la Madre Tierra, sigue su curso imparable.
Existe una Sabiduría que permite a la naturaleza entregarse al ciclo. Es un ejemplo constante. Os acordáis cuando os conté, que en la primavera, fui testigo de cómo unos árboles brotaban? De como había unos que enseguida se llenaron de verde, y, en cambio,  otros más rezagados, necesitaron su tiempo. Pues nosotros somos así. Cada uno con su ritmo. Pero lo que nos diferencia es la confianza. Si, la famosa confianza. Un árbol, una planta, se permite dejar todo lo que es, desprenderse de si mismo,  pues no duda de que, cuando sea el momento oportuno,  volverá a florecer.
Y esa será  siempre nuestra frontera. Lo que nos separa. El miedo a perder,  a la escasez. El creer que algo externo a nosotros, la suerte,  nos maneja a su antojo. Ese sentimiento de incapacidad que nos paraliza, que nos hace perder nuestro poder.
Nosotros creamos, con nuesta actitud, la vida que tenemos. Cuando hablamos en espiritualidad, de un cambio de vida, en mi sentir, no significa que tengas que irte a vivir en medio de la nada. A que te hagas místico, a parecer que todo lo aceptas y nada te perturba.  No. El auténtico cambio de vida se produce cuando tú, en las mismas circunstancias, sabes mirar con más altura. Es el paso del cuadrado al triángulo.
Me explico. Cuando aceptas (no te resignas) lo que te pasa, cuando cambias tu perspectiva hacia, por ejemplo, un trabajo, y en vez de verlo como una tortura, lo relativizas, y lo ves como un medio de vida, ese cambio de actitud te da la energía suficiente para crear espacio y ser consciente de las posibilidades de cambio que surgen a tu alrededor. Pues todo cambia a cada instante. En cualquier cambio, centrémonos en lo que ganamos, no en lo que perdemos.





Volvamos a tomar nuestro poder y el otoño es la estación más adecuada para hacerlo. Los colores cambian. Son colores tierra, de la madre que nos escucha. La luz declina para ayudarnos a interiorizar. Su elemento es el agua, que equilibra nuestras emociones. Recogemos lo sembrado preparándonos para otro invierno. Toda la naturaleza y sus guías lo están preparando todo para el descanso. Para ayudarnos a recoger aquello que nos es válido, y desechar lo que ya no sirve.
Nos preparamos para una muerte simbólica, para así renacer tal y como realmente somos.
Paremos por un momento y sintamos todo aquello que ya no necesitamos, para dejarlo ir. Para que el invierno se lo lleve y no lo traiga la próxima primavera.
Es como un juego.
Todo aquello que no quieres, que te ata, que es una carga, conscientemente déjalo ir este otoño.  Afirmalo, pero no con tu mente, si no con tu corazón. Decreta tu intención de dejarlo atrás y permite que el invierno se lo lleve. Ten la seguridad de que no volverá.
Confianza y paciencia,  confianza y paciencia,  confianza y paciencia.
Y, en esa reflexión, todo aquello que queráis que permanezca en vuestras vidas, más aquello nuevo que os gustaría,  agradeced, con todo vuestro ser, su presencia y pedirle al otoño que os lo guarde. El invierno se encargará de manteneros juntos, y buscará la manera de que en la primavera, surga todo aquello que tanto ansiais. Y veis que no habría primavera sin invierno. No habría vida sin ese tiempo de nada,  de vacío, de espacio en el que crear.
Aprovechemos este otoño para hacer ese viaje interior,  con la misma ilusión que un viaje exterior de verano.





Sabéis que para mi sentir la vida es magia. Nuestra alma es como un hada dormida que espera que la permitamos despertar. Pon tu mano sobre el pecho, respira profundamente,  y afirma permito, y se manifestará a través de ti. Aprovechemos esta nueva oportunidad para que las estaciones nos ayuden. Dejemos ir lo que no nos sirve, agradezcamos lo que va a permanecer y esperemos una nueva primavera.
Pero no olvides, alma amiga, que el regalo es el camino.
Feliz equinocio a todo el planeta!!!!! Unos descansarán,  otros jugarán..........siempre en perfecto equilibrio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario