domingo, 8 de marzo de 2015

AVANZA




Recuerdo que me incorporé tan deprisa como pude y salí corriendo tras él. Esa vez fui yo quien lo sujetó por la manga.

Escucha, le supliqué, sé que tienes razón, pero trata de comprenderme. Tú has visto el desierto? El desierto....soy yo. Y si alguien hace crecer de pronto en él una florecita, así, sin más....el desierto no lo entiende.

Hace diez días que camino a tu lado, que te escucho e intento recordar tus palabras. Pero la mayoría de las cosas que dices no las entiendo y no consigo retenerlas. En cambio,  las pocas que creo comprender....me dan miedo! Es que no es un poco de viento lo que soplas por encima de mi cabeza, es un verdadero huracán. A veces,  cuando estoy escuchándote,  de repente me siento crecer....y después, inmediatamente después, me veo más insignificante que antes. Entonces quisiera largarme, pero no puedo, porque hay algo que me ata hasta la médula de los huesos. Ya no puedo dar media vuelta, como tú has dicho hace un momento; ya no puedo volver al lugar de donde vine...

Querrías volver?

No, no....

Entonces tienes que avanzar. A todos nos ocurre igual. Llega un momento en que tiene uno que dejar de mentirse a si mismo; ha de tener valor para mirar lo que ha hecho y decidir lo que quiere hacer en adelante.
Una noche decidí que iba a dejar de dar un paso adelante y un paso atrás, que era lo que había hecho hasta entonces. A partir de aquel momento rectifiqué. Ya no  me detenía en todas y cada una de las palabras. Lo que hice fue abrir mi corazón para empaparme de ese algo mágico que encierran las palabras.
Tú has querido hacerte el miserable, el que no cree en nada, el pobre hombre al que la vida golpea continuamente. Yo, en cambio, hasta que dejé de comportarme como un hipócrita,  me hacía el sensato, el que podía explicar cualquier cosa a los demás. Es una actitud tan lamentable como la tuya porque procede del mismo orgullo, es decir, del mismo temor.

El orgullo es un temor?

Nace de un temor. El miedo de que alguien, tal vez en primer lugar, uno mismo, descubra la herida que llevamos en el alma. Por eso cada uno trata de hacerse el fuerte a su manera: unos, en la mente; otros, en el cuerpo.




Gracias Daniel...

2 comentarios:

  1. Como todas las palabras que nacen del corazón. Tú sabes de que hablo, pues en ti no dejan de nacer...

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