lunes, 27 de octubre de 2014

SARA Y EL ZAPATO ROTO




Igual ya conocéis la historia que os voy a contar. Igual no. Yo la siento muy dentro de mi. Tal vez por llevar el mismo nombre. Tal vez por calzar el mismo número. Pertenece al libro "Las parábolas de Kryon" de Lee Carrol, el capítulo 6.
Contaros quien es Kryon sería alargar mucho este escrito y esa delicia queda pendiente.
Sólo deciros que esta Sara es tan real como yo.

Sara era una mujer iluminada de la nueva era. Comprendió cómo tomar responsabilidad de su vida y que tenía que encontrar una razón para estar en el planeta. Sara, por lo tanto, preguntó a sus guías cómo buscar su "sitio dulce" (el lugar donde sentía que tenía que estar), y le dieron una buena información. Comprendió los procesos y se dispuso a co-crear lo que sabía que era su pasión.
Sara deseaba ser parte de la ecología del planeta, ayudar a mejorar la Tierra y a todos los que vivían en ella. Así,  a través de una ventana de oportunidad que apareció de repente (coincidencia? ), tuvo la oportunidad de hacer exactamente esto. La oportunidad vino en forma de un trabajo en una compañía que trabajaba con sistemas ecológicos sofisticados; algo que interesaba muchísimo a Sara y que le hacía sentir que podía hacer algo diferente para otras muchas personas. Su nuevo trabajo la obligaba a cruzar la ciudad cada día para trabajar en una cómoda oficina donde podía cumplir el trabajo de su vida.
-Por esto estoy aquí, reconocía. Siento tal pasión por esto.
Se sentía alegre y en paz. Todo iba bien cuando empezó a trabajar, excepto por una cosa. Verán,  al encarnarse para venir a este planeta, Sara llegó con miedo a los sitios pequeños. Para llegar a su trabajo, Sara tenía que ir en metro, y dos veces al día la experiencia la paralizaba. Cada mañana entraba en el metro y se fundía lentamente en su propio miedo. Estaba ansiosa, agarrada al poste con su mano sudorosa,  y su corazón latía violentamente durante los 25 minutos que duraba el trayecto hasta su maravilloso trabajo.
Después de un mes, Sara fue a ver a sus guías y admitió con dolor:
-Esto no funciona. Tengo que encontrar otro trabajo.
Sus guías le preguntaron:
-Cómo es posible? No co-creaste la situación exacta que pediste? No es esto una victoria?
-No puedo continuar en este trabajo a causa de mi miedo a los sitios pequeños, contestó Sara. Me arruina todo el día, dos veces, ir y venir!
-Sara, sugirieron sus guías, qué tal si eliminamos el miedo, no el trabajo?
-No lo sé, contestó Sara dudosa, he tenido miedo a los sitios pequeños durante 35 años; sólo he tenido este trabajo durante un mes.
Como ven, Sara estaba cómoda con su miedo. Como un viejo zapato, era algo así como un amigo, una cantidad conocida,  algo que siempre estaba allí. Y como un zapato viejo, puede ser feo y en jirones,  pero lo había llevado durante tanto tiempo que era la última cosa que sentía que se podía cambiar.

Les alegrará saber que Sara arremetió contra sus miedos y que cada día utiliza el metro en paz y alegría para llegar a su maravilloso trabajo.
Llevamos el mismo nombre, calzamos el mismo pie.

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