jueves, 9 de octubre de 2014

LA PARABOLA DEL AGUILA




La parabóla del águila (James Aggrey)

Erase una vez un hombre que, mientras caminaba por el bosque, encontró un aguilucho. Se lo llevó a su casa y lo puso en su corral, donde pronto aprendió a comer la misma comida que los pollos y a conducirse como éstos. Un día un naturista que pasaba por allí,  le preguntó al propietario por qué razón un águila, el rey de las aves y los pájaros, tenía que permanecer encerrado en el corral como los pollos.

Como le he dado la misma comida que a los pollos, y le he enseñado a ser como un pollo, nunca ha aprendido a volar, respondió el propietario;  se conduce como los pollos y por tanto no es un águila.

Sin embargo,  insistió el naturista, tiene corazón de águila,  y con toda seguridad se le puede enseñar a volar.

Después de discutir un poco más, los dos hombres convinieron en averiguar si era posible que el águila volara.
El naturista lo cogio en sus brazos, suavemente y le dijo: "Tú perteneces al cielo,  no a la tierra. Abre tus alas y vuela". El águila sin embargo estaba confuso. No sabía quien era y al ver a los pollos comiendo,  saltó y se reunió con ellos de nuevo.
Sin desanimarse, al día siguiente, el naturista llevó al águila al tejado de la casa, y lo animó diciéndole: "Eres un águila,  abre las alas y vuela". Pero el águila tenía miedo al mundo desconocido y saltó otra vez en busca de la comida de los pollos.

El naturista se levantó temprano al tercer día,  sacó al águila del corral y lo llevó a una montaña. Una vez allí, alzó al rey de las aves y lo animó diciendole: "Eres un águila y perteneces tanto al cielo como a la tierra. Ahora abre las alas y vuela"

El águila miró alrededor, hacia el corral y arriba, al cielo. Pero siguió sin volar. Entonces el naturista la levantó directamente hacia el sol; el águila empezó a templar y abrió lentamente las alas y, finalmente, con un grito triunfante, voló alejándose hacia el cielo.

Hermosa, y si pudiera variar algo, una pequeñez de gran importancia, sustituiría el enseñar a volar al águila por ayudarle a recordar. Nada tenemos que aprender, somos maestros vivientes, y simplemente tenemos que recordar.



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