Pero no llegaba. Pasaba el tiempo y no llegaba.
Sentí que no iba a volver y algo se rasgó en mi. Una parte se hacía añicos; añicos aquí y se integraba a otro nivel. No podía explicarlo. Las palabras eran mudas. No podía más que abandonarme al hecho de que se había ido para siempre.
Jamás volvería, y al mismo tiempo, jamás volvería a esperarla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario