Para ti mi hermoso caballero.
Había una vez un alma vieja, pero tan hermosa como el tiempo. Con el discurrir de las eras volvió al lugar de siempre. Y algo ocurrió. No se encontró; se buscaba, experimentaba, vivía, soñaba y creaba, pero siempre algo faltaba.
Y ese algo era ese aire del que estaba hecho. Algo etéreo no puede ser encerrado en ningún tipo de jaula. Algo etéreo vive sin límites, libre y expandido.
Y un buen día encontró su sitio. La Vida lo encontró, supo lo que le hacía feliz, supo crearse a si mismo, y se alejó de todo.
Tan distante y accesible. Tan lejos y tan cercano, que hasta podías tocarlo. Desde su refugio de Luz, empezó a brillar y brillar. Se fundía con el día e iluminaba la noche. Se rodeó de quien quiso y recibió a quien lo quiso.
Cuentan que vive en un bosque. Tranquilo, hermoso. Que su lugar es el mundo sin salir de su refugio. Pues la distancia y el tiempo, en su vida, nada significan.
Prueba a buscarlo si quieres, pero mi querida alma no lo olvides, que es de aquellos que te encuentran.
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